Pastelería Mauro es una pequeña pastelería localizada en la calle Coso de Zafra, una pequeña localidad en la provincia de Badajoz. Tras una puerta de garaje nos encontramos una larga entrada, como a una casa señorial y a un lado y otras diferentes puertas que van a diferentes sitios. Uno no sabe muy bien donde está, se siente un extranjero y simplemente camina buscando ese letrero de “despacho del pan” que colocaría alguien haya por los comienzos de la tradición y que sigue inmutable al paso del tiempo.
Tras una pequeña puerta encontramos el despacho del pan con un montón de estanterías llenas y llenas de dulces de Mauro. Tras el mostrador nos atiende Inés, una señora mayor que lleva muchas roscas en sus manos y su sobrina Irene. Ambas muy amables y que conjugan las labores de atención con las de embalaje de los productos que salen de vez en cuando escaleras abajo.
Miremos donde miremos estamos rodeados de historia, maquinas que podrían parecer de otro tiempo para los profanos, pero que llevan endulzando durante generaciones y generaciones las sobremesas y meriendas de las gentes de Zafra y de Extremadura en general.
También en la pequeña localidad de La Zarza encontramos una mina. Hay que seguir un camino de tierra que parece que no lleva a ningún sitio, pero que al cabo del rato nos muestra unos enormes montículos de tierra roja y blanca que nos indican que hemos llegado a la mina.
Si bien ya no alberga trabajo el ella sigue siendo parte de la vida de los Zarzenses como hace años. La posmodernidad y la desindustrialización han convertido aquello en un camino para los paseos de las tardes, donde pasear al perro o simplemente donde los nietos de aquellos que hundieron sus manos en la tierra ahora se dedican a hacer motocross entre sus montículos, dándole nuevas formas a la tierra, moldeándola a los tiempos presentes sobre las arenas del pasado.
Una simple mirada al suelo nos descubre la imagen de las capas y capas de cal que fueron apilándose por el tiempo en el suelo y que nos recuerdan a las capas del hojaldre de Mauro. La verdad estaba ahí, esperando ser descubierta con los ojos de un niño fascinado por todo aquello que le es ajeno y extraño.
A veces, simplemente hay que apartar la mirada del LED y mirar a la verdad, mirar en la dirección acertada.
La idea final que mueve la gráfica de las rocas es el conjunto entre las texturas de las piedras de La Mina y la tipografía stencil “Butler” de libre uso.
Lo primero que hice fue seleccionar el papel en que irían las cajas. Me decidí por un papel verjurado de 220gr especial para embalajes de la distribuidora Aspapel S.L. Con este papel podemos imitar en su textura a la piedra e incluir en el imaginario esta idea.
Por segundo, la tipografía empleada es la Butler, una tipografía stencil de libre uso. Esta tipografía me gusta por ser una Didona que recuerda la idea de exclusividad del producto y la stencil del hecho a mano. La tipografía es comunicación pura y había que cuidar este apartado, por lo que la tipografía fue modificada en busca de reforzar esa idea.
Por último, las imágenes fueron incluida en un círculo que iría con barniz UV encima para darle un refuerzo a la imagen que se pierde en el papel verjurado al ser tan mate.
